
Maurice Medcalfe |
Nueva York, USA [1975]
¿Realidad o ficción? Puede que después de ver esta foto te estés preguntando si la Bubble House es real o tan solo un fotomontaje inspirado en los dibujos futuristas de los años 60.
Pues bien, aquí vengo a confirmarte que esta casa existe y se encuentra en pleno Upper East Side, rodeada de edificios históricos. ¿Cómo te quedas?
Ahora ya puedes hacerte una idea de mi cara cuando, paseando tranquilamente un día, me topé con ella de golpe.
En shock.
Y es que no me podía creer que después de casi 4 años viviendo en este barrio, aún no hubiera visto esta excéntrica casa que esta literalmente a… ¡4 calles de la mía!
En shock.
Así que ya os podéis imaginar mi reacción: ¡Quería llamar a la puerta y saberlo todo sobre ella! Y aquí vengo a compartirlo con vosotros ahora.

Tengo que decir que no hay mucha información sobre la Bubble House, y que me ha costado bastante encontrar su historia. Aún no me he atrevido a llamar a la puerta, así que he de dar las gracias a San Google por ser mi mejor aliado en este caso ;).
Cómo llegó la Bubble House al Upper East Side
Como sabéis, la historia de Nueva York es relativamente reciente, o al menos eso nos parece a los que venimos de Europa. No fue hasta la década de 1860 cuando el barrio empezó a ver como las típicas casas llamadas “Brownstone” aparecían en la zona Este de la calle 71.
Voy a parar un segundo aquí para explicar la diferencia entre “Brownstone” y “Townhouse”, porque yo me hacía un lío al principio. Ambas son casas construidas entre medianeras, de varias plantas y respetando su entorno. La diferencia es que la fachada de las “Brownstone” está construida de piedra arenisca roja (o ladrillo rojo de toda la vida, para entendernos). Por eso, lo importante es que la “Brownstone” no es más que un tipo de “Townhouse”.
Una vez aclarado esto, ya podemos seguir.
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Como iba diciendo, tenemos que retroceder a la década de 1860 para ver la primera casa que se construye en el número 251 de la calle 71, entre la 2a y 3a avenida. Una “Brownstone” del mismo estilo que la que podéis ver a su derecha.

Si te interesa toda la historia de la casa desde su inicio hasta antes de convertirse en un escenario digno de Star Trek, visita el blog Daytonian in Manhattan.
En este post se hace un recorrido por las diferentes etapas de su historia y se habla de los propietarios que la han habitado.
Nosotros vamos a pasar directamente a la etapa en que la casa se convirtió en un “experimento” que dejó boquiabiertos a los vecinos del barrio (me incluyo!).
El hombre aterriza en la luna y la Bubble House en Manhattan
Un siglo más tarde, en 1969, la “Brownstone” que una vez ocupó este lugar fue demolida. Aquí aparece el arquitecto Maurice Medcalfe, de quien yo no había oído hablar hasta el momento. Lo único que he averiguado es que formaba parte del estudio de arquitectura Hills & Medcalfe, que diseñó su vivienda en Stony Point, Nueva York, y que me encantaría poder visitarla algún día.
Imagino a Medcalfe como un soñador amante de las nuevas tecnologías. Piensa que por aquel entonces el hombre acababa de llegar a la luna, y está claro que eso influyó en el diseño del arquitecto.
La Bubble House, como la acabarían bautizando sus vecinos, no era más que una “Townhouse” con un diseño ultra moderno que destacaba entre la homogeneidad arquitectónica del barrio. Su fachada pintada en un tono rosado y sin ningún tipo de ornamento le concede todo el protagonismo a las extravagantes ventanas ovaladas, las cuales parecen vigilar la calle como ojos que acechan.

Acogida de la Bubble House en sociedad
Por aquel entonces, el New York Times dijo que las ventanas de la Bubble House eran “una variación interesante de la bay window”, que son las típicas ventanas que sobresalen del plano de fachada.
La verdad es que yo no sé si las catalogaría así. Sin embargo, sí estoy de acuerdo con que esta casa debería formar parte de un distrito histórico, como apunta la Guía de Nueva York del AIA, el American Institute of Architects.
Ahora bien, no tengo ni idea de cómo es el interior de la Bubble House. Hasta el día en que sus propietarios me inviten a visitarla, yo me lo voy a imaginar con muebles futuristas, como la silla Tulip de Eero Saarinen o el sillón de los Eames.


Si algo aprendí de esta experiencia es que a veces es mejor pasear acompañada. ¿Sabes lo difícil que fue no poder comentar mi asombro cuando me topé con la Bubble House? Lo único que quería era parar a todos los que pasaban por la calle para decirles, ¡pero has visto esta casa!
En fin, te mantendré informad@ de futuros hallazgos como este.
Cuéntame en los comentarios cómo te habrías quedado tú al encontrarte la Bubble House por sorpresa, y si te vas a pasar a verla en tu próximo viaje a Nueva York. Si estoy por el barrio, igual nos podemos tomar un café junt@s ;).
¿Aún no la tienes?
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