Eero Saarinen |
Nueva York, EUA [1956-1962]
¿Quién no ha pensado alguna vez en dejarlo todo para perseguir un sueño? ¿En emprender esa aventura que tantas veces hemos imaginado, pero creemos que tan solo es una fantasía?
Ha pasado ya bastante tiempo desde que os presenté mi última visita, el Colegio de las Teresianas, en la cual os decía que me despedía de Barcelona durante un tiempo. Justo después empezaba mi aventura, ese sueño que siempre había tenido guardado en el cajón, y que finalmente ha cambiado mi vida por completo. En las próximas publicaciones intentaré ir explicando un poquito mi historia, a través de las visitas que han hecho que el camino fuera más dulce.
Empecemos por el final, aunque para mi sea en realidad el principio, un nuevo comienzo, un nuevo ‘hogar’, Nueva York. Hace tan solo unas semanas que me mudé para trabajar en la Gran Manzana, algo que perseguía desde hacía mucho tiempo y que consideraba prácticamente inalcanzable. No ha sido nada fácil llegar hasta aquí y mucho menos adaptarme a esta ciudad, que es tan increíble como abrumadora.
Pero ahora, mucho más tranquila y con muchas ganas de volver, os traigo uno de los edificios más espectaculares que he podido visitar por ahora en la ciudad de los rascacielos, la Terminal de las aerolíneas Trans World en el aeropuerto John F. Kennedy, de Eero Saarinen.
El azar quiso que llegara a Nueva York justo antes del festival de arquitectura del que tantas veces os he hablado, el Open House, y gracias al mismo pude acceder a este magnífico edificio. En realidad la Terminal TWA lleva cerrada muchos años, ya que no satisface las necesidades de hoy en día para su uso original, pero retrocedamos primero a sus orígenes y conozcamos su historia.
Fue en 1956 cuando Eero Saarinen recibía el encargo para una nueva terminal en el aeropuerto de Nueva York. Hasta ese momento el trabajo de Saarinen, quien en sus inicios estudió escultura en París, ya destacaba por no ceñirse a un solo estilo arquitectónico. Si bien los espacios modulares y las líneas rectas caracterizaban parte de su obra, Saarinen también se sentía muy atraído por el diseño orgánico. Por ello le interesaba el trabajo de arquitectos como Antoni Gaudí o incluso Le Corbusier, quien tan sólo un año antes terminaba Notre Dame du Haut en Ronchamp.
Después de años de trabajo para encontrar la forma perfecta, la terminal se inauguraba el 28 de Mayo de 1962, un año después de la muerte del arquitecto. Por aquel entonces el mundo de la aviación comercial no era como lo conocemos hoy en día, aunque empezaba a tener cada vez más usuarios. Por ello, con el objetivo de introducir al pasajero en el mundo aéreo, Saarinen utilizó el hormigón armado para representar la metáfora del vuelo. De este modo, como si de un ave gigantesca se tratara, el edificio se posa sobre el suelo con gran delicadeza y majestuosidad, dando la sensación de que puede alzar el vuelo en cualquier momento.
Saarinen recurre a una técnica constructiva muy antigua para llevar a cabo la estructura del edificio. Mediante una bóveda de crucería no tan sólo consigue ese perfil exterior tan sugerente, sino que también le permite crear un interior totalmente diáfano. De esta manera, ya que no hay columnas que entorpezcan los recorridos interiores ni limites entre los diferentes espacios, el interior es absolutamente fluido. A esto hay que añadirle que el diseño de todos los elementos evoca el movimiento, que parece haber quedado congelado en las formas de hormigón.
El día de nuestra visita la Terminal TWA estaba totalmente abarrotada de gente. No se porque razón empecé a imaginar que todos ellos empujaban sus maletas, de manera que me trasladé 40 años atrás cuando el edificio funcionaba a pleno rendimiento. A esto ayudó el hecho de que aún conserva ese aire retro tan característico, gracias al mobiliario interior y las llamativas alfombras rojas.
Fue una delicia poder pasear por las eternas galerías que en sus inicios conducían a los pasajeros hasta las puertas de embarque. Hoy en día tan solo se utilizan como conexiones con la nueva terminal.
No os podéis perder el mostrador de información, que se alza en la entrada principal como si de una gran escultura se tratara.
Ésta es una de esas obras que no dejan a nadie indiferente, y su historia así lo acredita. En 1994 la ciudad de Nueva York lo incluyó en su lista de obras emblemáticas, y en 2005 fue catalogado como edificio histórico, tanto por su forma exterior como por sus interiores.
Lamentablemente la terminal permanece cerrada desde 2001, y durante un tiempo tan solo se utilizó para algunas exposiciones temporales.
La discusión sobre qué hacer con ella ha estado encima de la mesa durante muchos años, y es que no es fácil encontrar un futuro digno para un edificio tan singular. Entre las propuestas para cambiar el uso de la Terminal TWA podemos encontrar desde un restaurante hasta un centro de convenciones, o incluso un museo de la aviación. Finalmente se convertirá en un nuevo Hotel para pasajeros del Aeropuerto, cosa que se anunció hace tan solo unas semanas. Parece que el proyecto ya está en marcha y que la apertura del nuevo hotel será en 2018, así que fue una gran suerte poder visitarlo antes de que empiece su transformación.
Para acabar os dejo un pequeño video de mi visita. De esta manera, si nunca tenéis la oportunidad de pasear por el interior de la Terminal TWA, al menos podréis acompañarme.
Tienes una fascinante mirada sobre la arquitectura. Gracias por compartir tu punto de vista.
Un placer rondaller. Tengo mucha suerte de haber convertido mi pasión en mi profesión, aunque ya no me deje tanto tiempo para escribir… Gràcies! 😉
Un edifici espectacular igual que el seu arquitecte!! Quina manera de donar-li forma al formigó en forma d’escultura!!! Interessant article i també l’arquitecte. Gràcies Helena!!
Gràcies Pilar!! Quan vinguis a NY, anem a veure’l, tot i que sigui per fora!
Una abraçada ben forta
Gracias por compartir tus experiencias, yo soy futuro Arquitecto, y me encantaría poder recorrer obras emblemáticas como tu lo haces. Sigue así!! te mando un saludo desde Argentina!
Muchas gracias por tu comentario Jon!
Claro que sí, y te aseguro que aprenderás muchísimo visitando arquitectura.
Argentina! Ese país me tiene enamorada… Espero poder volver pronto 😉
Un abrazo!