Desde lo más alto de la Willis Tower, en Chicago se puede disfrutar de una de las puestas de sol más espectaculares que he visto nunca.
Aún estando rodeado por decenas de turistas, subir al Skydeck en un día con buena visibilidad es una experiencia inolvidable. No solo por sus famosos balcones con suelo de vidrio, sino también por las increíbles vistas de los suburbios, que ordenados en una perfecta cuadricula parecen no tener fin.
Después de tres meses, fue una de las cosas que dejé para mis últimos días en la ciudad. Recordando esta foto, no se me ocurre una manera mejor de despedirme que con Chicago a mis pies.
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